23 de enero de 2011

Ciudadanos romanos para la historia (III)

  Horacio Cocles

 

Finalizada la monarquía (s.VI a.C.), un grupo de jóvenes pretendía que Tarquinio el Soberbio, último rey, regresara al trono y para ello tramaban una conspiración. Los rumores de golpe de estado llegaron a oídos de Bruto, que inmediatamente mandó arrestar a los conspiradores, entre los que estaban dos de sus hijos. Bruto se ganó el respeto y la confianza del pueblo haciendo ajusticiar a sus propios hijos.

Tarquinio buscó entonces aliarse con Porsena, rey de los etruscos, que con su magnífico ejército corrió a atacar la ciudad de Roma. Roma estaba rodeada de murallas y gracias a ellas pudo resistir el asedio durante mucho tiempo.
Los etruscos entonces cercaron la ciudad. Los romanos deberían romper ese cerco, ya que si no tarde o temprano tendrían que rendirse. Los etruscos, que estaban muy bien pertrechados, rechazaron el ataque y persiguieron a los romanos hasta el puente Sublicio. Este puente era de vital importancia para los romanos. Construido de madera, era el lugar por el cual podían ingresar los soldados, los víveres y el armamento. Los etruscos deseaban apoderarse de él y así garantizar su victoria. 

La misión de custodiar el puente recayó en Horacio Cocles, quien ordenó destruirlo antes de que cayera en manos enemigas. Repartió hachas, sierras, palancas y toda clase de herramientas disponibles y animó a todos a trabajar a gran velocidad ya que el enemigo se encontraba cerca. El mismo salió a pelear contra los primeros que se acercaron y, al ver su valor, Espurio Marcio y Tito Arsemio se le unieron en la lucha. Los tres lucharon cuerpo a cuerpo como tres héroes contra los troyanos. Justo cuando sus hombres le avisaron a gritosde que el puente iba a caer, Horacio continuó combatiendo hasta caer al río junto con las maderas del puente destruido.

Mientras caía, le pidió al dios del río Tiber que lo recibiera en su lecho, presintiendo que había llegado su hora final. Su pesada armadura era un lastre que lo arrastraba hacia el fondo y le impedía flotar, pero luchó contra la corriente con todas las fuerzas que le quedaban y finalmente logró llegar a la orilla.

Horacio Cocles fue aclamado como un héroe y sus conciudadanos le rindieron toda clase de honores. El senado romano lo distinguió por su valentía y coraje como a sus otros dos valientes compañeros.

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