19 de junio de 2011

La adivinación en Roma: augures y arúspices (I)


De los etruscos procede la tradición romana de la adivinación y sus ritos. Esta pretendía interpretar la voluntad de los dioses ante cualquier tipo de empresa importante como la fundación de una ciudad, el comienzo de una batalla o de una magistratura. Pronto adquirió rango oficial y los adivinos se organizaron en dos colegios sacerdotales: los augures que descifraban la voluntad de los dioses a través del vuelo de las aves y el apetito de los pollos sagrados, y los arúspices, a través del examen de las vísceras de los animales sacrificados

Además estos sacerdotes interpretaban los presagios, fenómenos extraordinarios que rompían el equilibrio natural y anunciaban calamidades como el nacimiento de un animal con dos cabezas, caídas de rayos sobre lugares sagrados… dada la credulidad y el carácter supersticioso de los romanos, el Estado los utilizaba para manipular al pueblo en determinadas ocasiones.

EL LITUO, bastón ceremonial de los augures

Plutarco, Camillus XXXII: Es corvo por uno de los extremos, y se llama lituo: úsase de él para las descripciones de los puntos cardinales cuando se sientan a adivinar por las aves...

EL TEMPLO, espacio restringido en el cielo por los augures

Se llamaba así, porque según Varrón en De Lingua Latina VII, II, 7 cualquiera lugar en el que los ojos pusieran su atención se denominó originariamente templum -que derivaba de <tueri>, contemplar-; en consecuencia, la zona del cielo en la que se fijó la mirada (attuimur) se denominó templo.

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