30 de junio de 2011

Testimonios de la antigüedad sobre los cántabros (I)

Septimio, tú que serías capaz de venir conmigo a Gades, y hasta al cántabro no acostumbrado a soportar nuestros yugos...”
Horacio, Carmina IV, 2, 6

Irritóse tanto [Augusto] al principio contra un tal Corocotta, bandolero español muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de doscientos mil sestercios a quien lo apresase; pero más tarde, como se le presentase espontáneamente, no sólo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma.
Dión Casio, Historia Romana 56, 43, 3

El cántabro Laro era temible por la naturaleza de sus miembros y por su corpulencia, aunque no dispusiera de dardos. Como es la fiera costumbre de esta gente, se enfrentaba a la batalla empuñando el hacha con la mano diestra. A pesar de que viera que los guerreros se dispersaban rechazados, una vez destruida la juventud de su gente, sin embargo él en solitario colmaba el campo con cadáveres. Además si el adversario se encontraba cerca, le gustaba herirle de manera frontal, si la lucha llegaba desde la izquierda, giraba el dardo. Pero cuando el fiero atacante llegaba por la espalda, no se perturbaba, sino que lanzaba hacia atrás su hacha de doble filo. 
Silio Itálico, Púnicas 16, 46-65




26 de junio de 2011

Pervivencia del centauro Quirón

La maestría del centauro Quirón en un sinfín de artes y habilidades, como la música o la medicina, ha hecho que su nombre perviva en ámbitos muy diferentes de nuestra sociedad. Valgan los siguientes ejemplos como prueba:

    
 
Artículos de cuero

Academia Quirón
 
  

McTimoney - Colegio de Quiroprácticos

                    


19 de junio de 2011

La adivinación en Roma: augures y arúspices (I)


De los etruscos procede la tradición romana de la adivinación y sus ritos. Esta pretendía interpretar la voluntad de los dioses ante cualquier tipo de empresa importante como la fundación de una ciudad, el comienzo de una batalla o de una magistratura. Pronto adquirió rango oficial y los adivinos se organizaron en dos colegios sacerdotales: los augures que descifraban la voluntad de los dioses a través del vuelo de las aves y el apetito de los pollos sagrados, y los arúspices, a través del examen de las vísceras de los animales sacrificados

Además estos sacerdotes interpretaban los presagios, fenómenos extraordinarios que rompían el equilibrio natural y anunciaban calamidades como el nacimiento de un animal con dos cabezas, caídas de rayos sobre lugares sagrados… dada la credulidad y el carácter supersticioso de los romanos, el Estado los utilizaba para manipular al pueblo en determinadas ocasiones.

EL LITUO, bastón ceremonial de los augures

Plutarco, Camillus XXXII: Es corvo por uno de los extremos, y se llama lituo: úsase de él para las descripciones de los puntos cardinales cuando se sientan a adivinar por las aves...

EL TEMPLO, espacio restringido en el cielo por los augures

Se llamaba así, porque según Varrón en De Lingua Latina VII, II, 7 cualquiera lugar en el que los ojos pusieran su atención se denominó originariamente templum -que derivaba de <tueri>, contemplar-; en consecuencia, la zona del cielo en la que se fijó la mirada (attuimur) se denominó templo.

18 de junio de 2011

Un puente sobre el río Rin


Relato tomado de la obra Comentarii de Bello Gallico (Liber IV) acerca de la construcción de una de las obras maestras de la ingeniería de la historia: un puente de 500 metros mandado construir por Julio César para cruzar el Rin, demostrando a los germanos la insultante superioridad de los romanos.

XVII. César, por las razones ya insinuadas, estaba resuelto a pasar el Rin; mas hacerlo en barcas ni le parecía bien seguro ni conforme a su reputación y a la del Pueblo Romano. Y así, dado que se le presentaba la suma dificultad de alzar puente sobre río tan ancho, impetuoso y profundo, todavía estaba fijo en emprenderlo, o de otra suerte no transportar el ejército. La traza, pues, que dio fue ésta. Trababa entre sí con separación de dos pies dos maderos gruesos pie y medio, puntiagudos en la parte inferior, y largos cuanto era hondo el río; metidos éstos y encajados con ingenios dentro del río, hincábanlos con mazas batientes, no perpendicularmente a manera de postes, sino inclinados y tendidos hacia la corriente del río. Luego más abajo, a distancia de cuarenta pies, fijaba enfrente de los primeros otros dos trabados del mismo modo y asestados contra el ímpetu de la corriente; de parte a parte atravesaban vigas gruesas de dos pies a medida del hueco entre las junturas de los maderos, en cuyo intermedio eran encajadas, asegurándolas de ambas partes en la extremidad con dos clavijas; las cuales separadas y abrochadas al revés una con otra, consolidaban tanto la obra y eran de tal arte dispuestas, que cuando más batiese la corriente, se apretaban tanto más unas partes con otras. Extendíase por encima la tablazón a lo largo, y cubierto todo con travesaños y zarzos, quedaba formado el piso. Con igual industria por la parte inferior del río se plantaban puntales inclinados y unidos al puente, que como machones resistían a la fuerza de la corriente; y asimismo palizadas de otros semejantes a la parte arriba del puente a alguna distancia, para que si los bárbaros con intento de arruinarle, arrojasen troncos de árboles o barcones, se disminuyese la violencia del golpe y no empeciesen al puente.

XVIII. Concluida toda la obra a los diez días que se comenzó a juntar el material, pasa el ejército. César, habiendo puesto buena guarnición a la entrada y salida del puente, va contra los sicambros. Viénenle al camino embajadores de varias naciones pidiéndole la paz y su amistad; responde a todos con agrado, y manda le traigan rehenes. Los sicambros desde que se principió la construcción del puente, concertada la fuga a persuasión de los tencteros y usipetes, que alojaban consigo, cargando con todas sus cosas, desamparadas sus tierras, se habían guarecido en los desiertos y bosques.

XIX. César, habiéndose detenido aquí algunos días en quemar todas las aldeas y caserías y segar las mieses, retiróse a la comarca de los ubios; y ofreciéndoles su ayuda, si los suevos continuasen sus extorsiones, vino a entender que éstos, apenas se certificaron por sus espías que se iba fabricando el puente, habido según costumbre su consejo, despacharon mensajeros por todas partes, avisando que abandonasen sus pueblos, y poniendo a recaudo en los bosques sus hijos, mujeres y haciendas, todos los de armas llevar acudiesen a cierto sitio; el señalado era como el centro de las regiones ocupadas por los suevos, que allí esperaban la venida de los romanos resueltos a no pelear en otra parte. Con estas noticias, viendo César finalizadas todas las cosas que le movieron al pasaje del ejército, y fueron, meter miedo a los germanos, vengarse de los sicambros, librar de la opresión a los ubios, gastados sólo dieciocho días al otro lado del Rin, pareciéndole haberse granjeado bastante reputación y provecho, dio la vuelta a la Galia y deshizo el puente.