16 de enero de 2011

De la fortaleza que fue tomada gracias a unos caracoles

Un soldado ligur del ejército de Cayo Mario, buscando caracoles, encuentra un camino para rodear al enemigo. En un asedio muy difícil y tras meses de intentar un asalto frontal a una fortaleza situada en lo alto de un monte escarpado, la solución se la brinda a Cayo Mario un puñado de caracoles...


Texto de Sexto Julio Frontino (s. I d.C.), de su obra Stratagemata (cap. IX):

"En la Guerra de Yugurta, Cayo Mario se encontraba en un tiempo sitiando una fortaleza situada cerca del río Mulucha. Estaba en una eminencia rocosa, accesible por un lado solo por un camino estrecho, mientras el otro lado, como si fuera por un diseño especial, era precipicio. Resultó que cierto ligur, un soldado común entre los auxiliares, había salido para conseguir agua, y, mientras juntaba caracoles entre las rocas de la montaña, había alcanzado la cumbre. Este hombre informó a Mario que era posible subir a la fortaleza. 
En consecuencia, Mario envió unos centuriones en compañía de sus soldados más rápidos, incluso también los trompeteros más hábiles. Estos hombres fueron con la cabeza descubierta y descalzos, de modo de poder ver mejor y caminar más fácilmente sobre las rocas; sus escudos y espadas fueron sujetados a sus espaldas. 
Dirigido por el ligur, y ayudados por correas y bastones con los que se apoyaban, subieron hasta la retaguardia de la fortaleza, que, debido a su posición, estaba sin defensores, y luego comenzaron a hacer sonar sus trompetas y hacer un gran alboroto, tal como les habían previamente instruído. 
A esta señal, Mario, animando firmemente a sus hombres, comenzó a avanzar con furia renovada contra los defensores de la fortaleza. Éstos fueron retirados de la defensa por el pueblo, que se había desanimado bajo la impresión de que la ciudad había sido capturada por la retaguardia, de modo que Mario pudo seguir adelante y capturar la fortaleza" 

  (Capítulo narrado también por Cayo Salustio en "La Guerra de Yugurta", 92-94)

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