8 de abril de 2011

Ciudadanos romanos para la historia (VI)

  Marco Tulio Cicerón


En el año 62 a.C. se estaba tramando una conspiración, un golpe de estado, cuyo jefe o cabeza visible era el patricio L. Sergius Catilina, apoyado por otros senadores y caballeros. Sobre todo eran los jóvenes nobles los principales implicados, ya que llevaban una vida más libertina, y necesitaban libertad y dinero para poder seguir viviendo de la misma forma.

Catilina quería hacer la revolución desde dentro. Para ello, pensaba presentarse a las elecciones al consulado y, cuando fuera elegido cónsul, transformaría la República cambiando de mano las riquezas, quitándoselas a los ricos y dándoselas a sus partidarios.
Llegó el día de las elecciones, y no resultó como había esperado, pues salió elegido Cicerón. Hubo de modificar los planes, ya que no podía llevar a cabo el cambio prometido. La primera medida fue matar al cónsul. Irían a su casa como para hacerle una visita, y, cuando estuviera descuidado, le matarían. Esta segunda estratagema también resultó fallida. Un tal Curión se había enterado y se lo contó a Cicerón, que no abrió la puerta cuando llegaron los asesinos y se ocultó en lo más privado de su casa.
Cicerón siguió investigando y encontró las pruebas que necesitaba para llevar el asunto al senado. De esta forma, a primeros de diciembre del año 63 a.C., como cónsul designado, convocó al senado en el edificio de la curia y se propuso revelar a los senadores todas sus investigaciones.
Pero, cuál sería su sorpresa al encontrarse frente a frente en el senado al mismo Catilina, que burlando todas las normas del decoro se había presentado, para ejercer su papel de senador, pero sobre todo para enterarse de lo que se iba a decidir contra él y para tomar las medidas pertinentes.
Ante esta presencia tan inesperada y tan desagradable de Catilina, cambió su actitud y pronunció un discurso que ha quedado como modelo de oratoria, y que comienza con esa famosísima frase:

"Quousque tandem, Catilina, 
abutere patientia nostra?"
"¿Hasta cuándo, Catilina, vas a seguir abusando de nuestra paciencia?".

Considerándolo un asesino y un sinvergüenza por presentarse en el senado sabiendo todos lo que trama, Cicerón se dirige así a  los allí reunidos:

"O tempora! O mores!" Senatus haec intellegit, consul videt: hic tamen vivit. Vivit? immo vero etiam in senatum venit, fit publici consilii particeps, notat et designat oculis ad caedem unumquemque nostrum: nos autem, fortes viri, satisfacere rei publicae videmur, si istius furorem ac tela vitemus. Ad mortem te, Catilina, duci iussu consulis iam pridem oportebat, in te conferri pestem quam tu in nos omnes iam diu machinaris”

"¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres! La patria está en peligro, el cónsul amenazado de muerte, y tú, el causante de todos estos males, vives. ¿Qué digo vives? Más aún: tienes la desvergüenza de presentarte aquí entre los padres de la patria e ir diciendo con la mirada a cada uno de nosotros que vamos a morir. Nosotros, personas valientes y honradas parece que ya hacemos bastante por la república si conseguimos evitar la cólera y el furor de éste. Tú, que si los cónsules fuéramos como debiéramos ser, no saldrías libre de aquí, sino que te entregaríamos a los guardias para que te llevaran preso a la cárcel, y amontonaríamos sobre ti toda la peste y perdición, que desde hace tiempo estás pensando en lanzar contra nosotros”.

Y fue desvelando a los senadores todos los pasos que habían dado y los que pensaban dar para llevar adelante la conjuración y el golpe de estado. Catilina, al verse descubierto, huyó hacia el norte, a Toscana, donde estaba su lugarteniente Manlio con el ejército.
Todavía pronunció Cicerón otros tres discursos contra Catilina. En el último consiguió que se condenara a muerte a los conjurados que habían apresado y a los que se apresara en adelante. Los conjurados presentaron batalla en la llanura de Pistoya, y allí murieron todos. Esta batalla tuvo lugar en Pistoya (Toscana) el año 61 a. C. (692 a. V. c.)

2 comentarios:

  1. Dedicado a quien este año se quedó con las ganas de traducir a Cicerón (O tempora, o mores!)

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  2. Pues esa persona tiene que estar muy loca para querer traducir a Cicerón ^.^

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